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La neurodivergencia: el sesgo de género en la Psicología.

La neurodiversidad como concepto plantea la posibilidad de entender la forma en que algunas personas viven y comprenden el mundo de una manera diferente a como lo haría una persona neurotípica. No es un término para hablar de la subjetividad o la individualidad, si no para abarcar la diversidad neurológica y psiquíca como una diferencia en vez de una deficiencia.


El momento clave en el que surge esta conceptualización es en el instante en el que se empiezan a discutir los términos que definían a las personas con diagnósticos psicólogicos y psiquiátricos desde un discurso capacitista. Hoy día reconocemos la diversidad funcional y la neurodivirgencia como formas válidas de vivir, por lo que los diagnosticos no definen a los individuos en sí.


No obstante, hay una parte de la historia que no está siendo contada y nuevamente estamos cayendo en un abismo de invisibilización y desconocimiento. En primer lugar no se menciona como el capitalismo y a su vez el patriarcado han sido pilares en el número estadístico de probabilidades de padecer trastornos mentales y en la forma como estos son érroneamente tratados por lxs profesionales de la salud mental. Estamos olvidando que las deficiencias mismas del sistema de salud mental se deben en parte al hecho de que este no se encuentra adaptado a las necesidades reales de una sociedad capitalista que nos exige eficacia y eficiencia a como de lugar, por lo que muchas veces el no entrar en contexto con la forma de vida de cada persona nos lleva a caer en revictimizaciones, dado que, la funcionalidad para el capitalismo desconoce totalmente las particularidades neuronales de quienes difieren del promedio.


El patriarcado y la patologización de la mujer

También estamos ignorando el precedente histórico que dejaron los érrores cometidos por la Psicología debido al sesgo de género que implicó generalizar o bien reducir las experiencias de la población mundial únicamente a la de los hombres, blancos, heterosexuales. Es decir, durante siglos se vió a la mujer como un sujeto invisible a su propia realidad, por lo que patologías como la histeria se basaban en esterotipos machistas que creían que toda mujer que no encajara en el molde de cuidadora, buena esposa, sumisa y alegre, estaba enferma.


“Una persona extremadamente poco empática, un poco fría y demasiado egoísta puede ser un hombre perfectamente funcional o una mujer enferma”.




Y por otro lado, aquellas mujeres neurodivergentes con patologías que hoy día serían fácilmente categorizadas en depresión, ansiedad, estrés, trastorno bipolar, etc. También eran reducidas a casos clínicos de histeria, por lo que su tratamiento era totalmente contraproducente y disfuncional, sin mencionar como muchas veces se llegó a creer que la base de la histeria recidía en una especie de deseo sexual reprimido.


Las pacientes diagnosticadas con histeria femenina debían recibir un tratamiento conocido como «masaje pélvico», estimulación manual de los genitales de la mujer por el doctor hasta llegar al orgasmo que, en el contexto de la época, se denominaba «paroxismo histérico» Y el procedimiento no sólo recidía ahí, si no también en las formas en las que se daba dependiendo si se trataba de una mujer casada, soltera, viuda, joven y/o religiosa.


En este sentido y entendiendo el rol del patriarcado en la patologización de la mujer, podemos concretar que la salud mental es una cuestión profundamente feminista.


En la salud mental de los individuos inciden diversas variables socioculturales como el rol desempeñado por cada persona, el cual va a ser dictaminado socialmente en variación con el género. Dicho de otro modo, el lugar ocupado por las mujeres en la sociedad nos excluyó de los avances científicos de la Psicología y a su vez nos expuso a grandes riesgos, ya que muchos de esos avances se hicieron desconociendo nuestras realidades y en especial aquellas que correspondían a las mujeres neurodivergentes.


El feminismo neurodivergente

La salud es colonizadora y autoritaria con las mujeres neurodivergentes.

Vivimos en una sociedad neurotípica patriarcal, en la que las mujeres neurodivergentes padecen un doble estigma. Esto quiere decir que la opresión no sólo radica en el hecho de ser mujeres, si no que esta intersecciona con otras desigualdades, como lo es el ser vista como una persona con una discapacidad o ser encasillada de forma peyorativa bajo la etiqueta de «loca».


Tenemos el caso actual del conocido Trastorno Disfórico Pre-Menstrual, sobre el cual hallamos mucha ignorancia y ridiculización de parte de la cultura popular que insiste en hacernos ver a las mujeres como seres que no poseen control sobre sí mismas y sus emociones.


Este diagnostico tiene muchas aristas por analizar:

  1. El hecho de que se tenga conocimiento de la influencia del ciclo menstrual en el desarrollo de la salud mental de las mujeres implica cuestionarse también la forma en como este influye en los diagnosticos prematuros de trastornos mentales y por ende en la mala praxis.

  2. Hay que reconocer y abordar como la existencia de un diagnóstico como este que sólo abarca a las mujeres o bien a las personas menstruantes, puede reforzar los discursos de exclusión ante un sistema que se ha enfocado en apartarnos por hechos menos complejos como lo es: la posibilidad de reproducción y el embarazo.


"Las mujeres con un problema de salud mental no solo padecen un doble estigma si no que además, el trastorno mental suele ocultar o eclipsar otro tipo de necesidades, y se llega a obviar por ejemplo su salud sexual y reproductiva. El mayor obstáculo son los estereotipos, que hacen dudar de su autonomía y credibilidad."


La razón para traer a colación el Trastorno Disfórico Pre-Menstrual (TDPM) es porque tiene una facilidad de asimilación para quienes desconocen las vivencias de mujeres diagnosticadas con trastornos más complejos (a nivel teórico), por lo que al hablar de un trastorno asociado al ciclo menstrual que se concibe como algo narutal, abrimos también una puerta para discutir las constantes violencias que ejerce la ciencia contra las mujeres neurodivergentes.


El surgimiento del feminismo neurodivergente representa la exigencia de dar respuesta a unas necesidades básicas en cuanto a lxs profesionales de salud mental y estas son: la posibilidad de plantear una Psicología politizada con perspectiva de género y así mismo, la construcción de políticas públicas de salud mental que abarquen los séctores más vulnerables de la sociedad, los cuales son encabezados mayoritariamente por mujeres.



 

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