QUIÉREME TRANS: MÁS ALLÁ DEL BIOLOGICISMO Y LA VERGÜENZA.
- Juana Torres
- 8 may
- 2 Min. de lectura
Cuando digo: “Quiéreme trans”, no te suplico amor, ni respeto, ni aceptación. Más bien te ubico en que no tienes otra opción. Porque no vengo en otra forma, ni desde otro lugar, ni desde otra corporalidad. Existo trans.
Cuando hablo de mi humanidad trans, no lo hago porque no tenga otro tema del que hablar. Lo hago porque siento que se olvidan de ella, que han llegado a pisotearla, a burlarla, a silenciarla. Y mi humanidad también existe como cualquier otra. Pero claramente deben borrarla y eliminarla para pasar por encima de todxs sin consecuencias.
Si denuncio mis vivencias diarias en un mundo hostil, en una ciudad agotadora y en mis espacios cotidianos, es porque tengo derecho a defenderme. Ser trans me ha enseñado a ignorar lo inimportante, a caminar ultra rápido en la calle, pero sobre todo, a no evadir lo que tiene un peso en mi cuerpo y frente a otras realidades.
Es claro que la sociedad cisgénero ama ser indiferente, nosotrxs no podemos.
Cuando digo que merezco amor, cariño, que me quieran en público, que tengo derecho al amor romántico, al placer libre de la transfobia internalizada de los manes, me refiero precisamente a que ya estoy cansada de ese único escenario posible para mí. Quererme, desearme y amarme trans, implica que no soy tu secreto, ni tu fetiche, ni tu chat sexual y mucho menos un cuerpo vulnerable siempre disponible.
Si soy trans y me nombro “Travesti”, es porque para nosotrans es un asunto político y reivindicativo de nuestrxs antecesorxs que protegieron sus vidas travestis con orgullo, cuando el lenguaje humillaba y ridiculizaba desde ahí. Pero eso no quiere decir que tú lo puedas utilizar para llamarme “un hombre vestido de mujer que debe recordar que es una mujer”. Eso es transfobia y te invito a aprender, este es en un mensaje gratuito.
No soy un víctima, renuncio a ser una víctima del sistema. Prefiero ser la traba, la problemática, la insistente, la que quiebra. Y prefiero serlo, porque no puedo conseguir ni un lugar en el que vivir donde no me criminalicen, donde no asuman que ser implica una evidente forma de “perversión” o peor aún, que tengamos que vivir pidiendo ayuda, porque a veces nos toca huir de los que deberían ser lugares seguros para nosotrans.
Cuando digo que tener rabia es político, recuerdo las veces en que me pusieron en el último lugar de la fila de oportunidades o las veces en que no pude acceder a cuestiones tan necesarias, como ser inyectada por una buena enfermera sin ser cuestionada, violentada y nuevamente señalada como una “desviación”.
Tengo derecho a meterle a mi cuerpo todas las hormonas que se me vengan en gana. Es mi cuerpo.
Cuando digo “quiéreme trans”, te recuerdo que yo lo hago primero. Que me amé trans primero que nadie. Que me aman trans otras travas. Y que reconozco merecer un lugar inmenso en el amor. Nosotrans no empezamos en la misma línea, nos habían dejado atrás.
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