Eduardo Cuando era chico, mi parche todos los sábados era ir al salón de belleza. Acompañaba a mi tía Herminia, a quien le decían Miss Colombia en Palmira. Así empecé a tener contacto con el mundo de la belleza y el cuidado personal. Entonces cuando cumplí los quince años decidí ser estilista.
Tuve que estudiar un año a escondidas por el machismo, por la presión de la sociedad para hacer “cosas de hombres”. Mi tía Mélida, de alcahueta, me hacía el cruce para que guardara en su casa mi herramienta, todo con lo que yo estudiaba. Como vengo de un entorno familiar conservador, cuando se dieron cuenta en mi casa ¡se desató el caos! Toda la familia se fue encima a mi mamá. Pero no dejé que eso me amilanara. Mi meta era convertirme en profesional y seguí adelante hasta conseguirlo.
Además de mis tías, Roberta fue otra mujer increíble que me abrió el espacio para demostrarcon tranquilidad mi personalidad. Ella era auténtica y de armas tomar, no tenía pelos en la lengua y no permitía que nadie la discriminara… ¡Era mi ejemplo a seguir! Siempre tuvo mi admiración y a pulso se ganó el respeto de la ciudadanía de Palmira.
Me gusta mi tendencia hacia lo femenino, a ponerle mucho color a mi vida, a expresar mi delicadeza y mi sensibilidad. No lo hago para llamar la atención; simplemente es quien soy.
Escrito por RelatosResilientes a partir del testimonio de Eduardo Zúñiga Bolaños
Alexia Siempre sentí que habitar un cuerpo masculino no era lo mío. Pero la experiencia que cambió totalmente el panorama de mi vida fue el monólogo que hice de la obra “El de camerón negro”, el cual me conectó intensamente con la corporeidad femenina. La recuerdo como una experiencia bellísima porque silenció los miedos internos que me disuadían de transitar y me permitió apropiarme de la esencia femenina. Aunque doloroso, aquel texto que encarnaba violencias hacia la mujer, me atravesó el alma.
Antes de transitar me refugiaba en el arte, los espectáculos, el transformismo, el drag. Eran los espacios en los que expresaba mi sentir femenino y mostraba mi figura femenina. En la construcción de esta feminidad he fluctuado muchísimo. Comencé como una persona no binaria. Iba a la universidad vestida con crop tops y shorts, usando aretes y maquillada, aunque con un maquillaje sencillo. Ahora habito un cuerpo femenino y me identifico como mujer.
Decidí construirme a partir de los estereotipos del binarismo por las exclusiones y las violencias que repercuten sobre las mujeres trans.
Mi referente de mujer siempre ha sido mi mamá. Ella es abnegada, leal, servicial, llena de capacidades. Desde pequeña me he sentido supremamente orgullosa de ella. No obstante, creo en la gama de posibilidades de ser mujer. Cada persona construye su identidad a partir de las experiencias que ha afrontado en el marco de lo que le atrae, ha conocido y ha experimentado. Cada persona decide cómo traducirla a su cuerpo y su forma de hablar, de actuar, de ser.
Por más que el mundo cuestione las diversas formas de ser mujer, yo decido cómo me recojo en el concepto y cómo proyecto mi proceso totalmente individual. ¡Yo soy quien mejor me conozco!
Escrito por Relatos Resilientes a partir del testimonio de Alexia Stumm Enríquez
Raúl Llevo mucho tiempo con una atracciónfatal por la naturaleza, sobre todo por cultivar plantassuculentas y ornamentales. Debe ser porque vengo de familia campesina. Tanto mi abuela como mi mamá y mis tías son de plantas. Cuando la gente ve mi jardín dice: “¡Qué jardín tan bello!”, “Se nota cómo tienes buena mano y lo mantienes arreglado”. Estar rodeadode la naturaleza me genera felicidad. Me llevo muy bien con ella porque mi energía es de la tierra. No solamente son importantes el empleo y las responsabilidades sino también todas aquellas cosas que me permiten ser recíproco. Cuidar las plantas es otra forma de aportarbienestar a la gente.
He aprendido que cada planta necesita cuidados distintos; de pronto unas más sol, otras más sombra. Las personas somos como ellas porque en esencia somos seres orgánicos. Inclusive en distintas etapas de nuestras vidas, cambian nuestras necesidades. Dicen que ya de viejo uno no cambia, pero no es verdad: así como cambian nuestras ideas, cambia nuestro corazón. El vivir es un proceso personal.
Desde que era niño me han interesado cosas que social y culturalmente son asociadas a lo femenino. Además de la jardinería me fascina la moda, el diseño de vestuario y la cocina. En algún momento estos fueron placeres restringidos para mí. Hoy mi prioridad es sentirme libre y permitirme florecer.
Escrito por RelatosResilientes a partir del testimonio de Raúl Andrés Mejía Arango
Marilyn Antes de que mi abuela falleciera, la cocina no me llamaba la atención. Pero como ella era una chef reconocida que le cocinaba a los más ricos de Palmira, proyectar lo que ella hacía se convirtió en una forma de honrarla y recordarla.
Cuando empecé a estudiar no sabía nisiquiera hervir agua. Poco a poco le cogí amor a esto y mientras más aprendía a cocinar, más confianza sentía. Fue así como me gradué en gastronomía, trabajé en varios restaurantes y prácticamente hasta monté un negocio. Como tal no me pertenecía el restaurante; solamente me habían contratado como cocinera. Fue a raíz de que vieron mi potencial que me asignaron responsabilidades gerenciales. El restaurante era nuevo, solo tenía un plato. Entonces yo diseñé la carta, creé el menú, acomodé la cocina y hasta capacité al personal y escogí sus uniformes. Junto a mi jefe creé muchos productos que hicieron que quedara como es ahora.
A la hora de cocinar puedo preparar cualquier cosa siempre y cuando tenga la receta. Aunque no soy de las que sigue las recetas al pie de la letra. Prefiero tenerla como guía para mirarla de vez en cuando y asegurarme de que no se me escape algo importante. Suelo expresarme a través de mis platos, darle mi propia sazón así como hacía mi abuela, porque para que la comida sepa mejor no puede faltar el toque secreto.
De la misma manera en que varían las preparaciones, varían los gustos de las personas. Si a mi me gustan los arroces y a ti las sopas, son los gustos de cada cual. La cocina me reafirma que en la variedad está el placer.
Escrito por Relatos Resilientes a partir del testimonio de Marilyn Castillo Moreno
Daniel Cuando me voy de viaje, salgo con una perspectiva y regreso con otra completamente diferente. Uno se va en chiva pensando que se va a devolver de la misma forma. Pero resulta que le toca devolverse a dedo porque la última ya pasó. Uno se queda con las experiencias y aprende a valorar el momento así las cosas no salgan como uno espera.
Me fascina acampar porque los espacios amplios y naturales me hacen sentir libre. Un día estaba con dos amigosy uno me pregunta: “¿Nos vamos a acampar o qué?”. Eran las 6:30 P.M. y aún así le dije:“¡vámonos!”. Armamos carpas en un sitio de la Buitrera. Ese día había una luna llena grandísima. Yo la observé a través de las ramas de los árboles—acostumbro a hacerlo así los árboles no tengan hojas.
Ese día me acompañaba mi perra Athenea porque siempre me la llevaba cuando salía a acampar. Me decían que su raza (un cruce de Pitbull con labrador) es muy friolenta, pero ella era feliz en el frío. Le encantaba también el agua. Tal vez se acostumbró porque realmente la sacaba para todos lados. Ella me cuidaba por completo; era una diosa, mi guía y la razón por la que estoy aquí. Desde que llegó a mi vida me rescató de situaciones difíciles.
Así como Athenea, mi tío también me ayudó a entender el verdadero valor de la vida. Él me enseñó que la felicidad es literalmente la base de todo. Desde sus trovas, su música, su recocha y sus charlas mientras preparaba café con pan, me recordaba que se vive para disfrutar y ser feliz.
Escrito por Relatos Resilientes a partir del testimonio de Daniel León Saavedra
Leidy Desde niña, he sido una persona bastante inquieta. ¡He estado en muchas cosas! Me encanta leer, conocer nuevos lugares para comer, bailar y jugar fútbol. Estas dos últimas han sido muy
transversales en mi vida. Ahí he encontrado formas de sentirme incluida. Son sociedades que me permiten decir: “yo quiero”, “yo pienso”, “yo soy”.
Empecé a bailar desde que tenía nueveaños y sigue siendo uno de mis mayores gustos. En esa época aprendí a bailar salsa cabaret. Ahora me desenvuelvo muy bien en ese y otros géneros. Bailando me siento realmente como pez en el agua.
Aunque para el fútbol sí siento que tengo dos pies izquierdos, he venido mejorando. Normalmente juego fútbol sala como defensa en la selección de Palmira. Soy muy juiciosa y entreno casi todos los días. Me gusta el proceso social, la disciplina y el estilo de vida que se forma dentro de los equipos de fútbol.
Las mujeres que he conocido dentro del equipo me han enseñado cómo ellas se identifican y manejan su identidad de género de diversas maneras. Desde nuestras cualidades y diferencias le apostamos al mismo objetivo. ¡Somos un mismo equipo en el que no importa cómo seas o de dónde seas! Y así debería ser en la sociedad porque nadie vale por con quién se acuesta sino por quién es. Cada persona tiene el derecho de hacer con su vida lo que desea.
Escrito por Relatos Resilientes a partir del testimonio de Leidy Joana Armilla
Hilary Las mujeres trans somos arte; algunas desde la alegría y el folclor, otras desde el carisma y la ejemplaridad. Tenemos el arte en la sangre porque, aunque venimos muy golpeadas desde años atrás, todo lo que nos han hecho lo transformamos en alegría, en euforia, en ganas de vivir y de salir adelante sin importar el pasado y el qué dirán.
Soy arte desde mi cuerpo. Me he quedado aterrada porque antes tenía un cuerpo masculino y ahora es muy femenino. Hasta la forma de vestir ha venido moldeándome.
También soy arte desde el voguing. Este estilo de baile nació durante los años 60, una época en la que las personas gays y trans tenían que cohibirse y no podían expresarse libremente en público. Antes era en espacios cerrados donde hacíamos lo que nos gustaba. Ahora toda esa explosión expresiva con las manos (el “mariquerismo” como le dicen), los giros, el performance, lo hacemos como protesta para decir “somos y existimos”.
Además de alzar la voz con los movimientos de mis manos, con ellas ayudo, desde hacer una cartelera hasta hablar con quien haya que hablar para conseguir remesas para las trabajadoras sexuales. Las apoyo especialmente a ellas porque son las más vulnerables, pero me gusta luchar por todas las personas. Por eso participo en las ollas comunitarias, y busco que sean para toda la comunidad, no solamente para la población LGBTIQ+. Nosotras también hacemos obras bonitas. Necesitamos cambiar el chip de que somos un mundo aparte.
Escrito por Relatos Resilientes a partir del testimonio de Hilary Sofía Giraldo López
Jhohan
Siempre me he sentidoen sintonía con la naturaleza porque me gustan los espacios abiertos y disfruto estar conectado con la tierra. De hecho ella es como mi diosa, porque es la fuerza que me tiene aquí y por la cual agradezco todos los días al universo.
Me desplazo en bicicleta porque es un medio de transporte ecológico. Montarme en ella también me ayuda a pensar, reflexionar y examinarme cuando me siento mal. ¡Es un proceso muy propio que me genera paz!
A medida que me voy empapando sobre temas de ecología, reciclaje y reutilización, descubro la conexión entre la instrumentalización del medio ambiente y los cuerpos de personas LGBTIQ+. Tristemente para las empresas somos como territorios para colonizar. Desde la cultura, el cine, el periodismo y el entretenimiento nos han mostrado una manera de ser hombre y una de ser mujer. Hay una infinidad de estereotipos de género que atraviesan los cuerpos. Por eso hubo un tiempo en el que dije: “no me gusta ser femenina”, pero no era por decisión propia. Entonces dejaba de ser la persona diversa que deseaba ser por la presión de la sociedad.
Ahí comencé a preguntarme: “¿por qué dejarme llevar por esta presión?”. He aprendido a reconocer que lo bonito de vivir es simplemente dejarse fluir, permitir que la vida misma te vaya abriendo caminos.
Escrito por Relatos Resilientes a partir del testimonio de Jhohan Sebastián Reyes Benítez
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